Santitisi no es un «criadero» tal como se entiende conmúnmente por esta palabra.
Mis malteses no son ejemplares que tienen la «función» simplemente de reproducir. Mis malteses tiene la «función», si así podría denominarse, de compartir conmigo mi felicidad. Mis ejemplares tienen en mi vida la exacta función que tiene la adorada mascota de una familia, la función de estimular el afecto y despertar lo mejor que la persona lleva dentro.
De ello se deduce que Santitisi no tiene instalaciones, ni de mejor ni peor calidad, donde viven los perros. La vida diaria de mis ejemplares no está confinada ni en el jardín, ni en un lugar específico de la casa, ni en ninguna estructura creada para ello.
Cada nuevo amanecer,
Santitisi es un hogar de convivencia y respeto de relación humano-perro.
Mis perros y yo somos una familia que convive tranquila, en armonía y respeto. Ellos no son los perros tristes y asilvestrados de criadero.
En absoluto, mis malteses están completamente educados en la higiene y la convivencia respetable de trato hacia semejantes y humanos.
Nuestro diario:
Mis ejemplares son perros que desconocen el aburrimiento o el estrés propio de los criaderos. Mis malteses viven una vida digna de sí misma. Salimos todos los días, preferiblemente muy temprano al amanecer, antes de salir el sol en verano y al mediodía en invierno a caminar por los senderos del hermoso medio natural que nos rodea. De tres a cinco horas diarias de caminada a pie y de ella media hora paseo en bicicleta que ellos me acompañan tras las ruedas. Varío diariamente el sendero para que ellos disfruten de la variedad de olores.
Todos, todos los días sin excepción (exceptuando un contratiempo atmosférico) mis ejemplares pasean y disfrutan de la naturaleza un mínimo de tres o cuatro horas.
Si lamentablemente el día es lluvioso, no por ello dejan de ejecutar su actividad. Una cinta andadora sustituye su ejercicio del paseo.
Nuestro paseo son horas de gran felicidad y armonía.
Debido a la alta selección de carácter que a través de los años he realizado en mis perros, ellos son animales muy centrados y con un temperamento balanceado, por voluntad propia caminan sujetos a una estructura, la de mis pasos y rara vez se separan pocos metros.
Nada hace más feliz a un perro que caminar junto a su dueño descubriendo el mundo. Conocedora de esta felicidad ancestral y profunda del animal este aspecto del paseo y la caminada diaria junto a mis perros es el epicentro de nuestra felicidad. Nada hay más importante, nada más alegre y divertido cada día, en su vida y en la mía, que este caminar.
Después del paseo, casados y satisfechos, mis perros reciben su alimento. La comida que reciben es de la más alta calidad.
Habiendo disfrutado, corrido, jugado, investigado durante el tiempo suficiente y necesario, el resto del día son animales tranquilos, serenos que dormitan plácidamente en sus camas o en el sofá. Yo dedico esas plácidas horas a los quehaceres domésticos o la lectura.
Cada perrito mío es un animal completamente educado en la higiene, tanto o más que el de cualquier familia. Cada cuatro o cinco horas aproximadas, salen a la calle para hacer sus necesidades y explorar brevemente.
Vivimos en un medio natural aislado del ruido y la actividad de la ciudad.
Maravilloso para su felicidad, su libertad y alegría diaria. No obstante considero pieza angular para un perro la socialización y variedad de olores que la ciudad ofrece. Por ese motivo dos o tres veces por semana visitamos poblaciones con la densidad de habitantes necesaria para este cometido. Cada perro mío aisladamente y en conjunto, sabe ser un buen ciudadano y cumplir con sus normas. En ciudad van atados con correa porque la legislación lo pide pero perfectamente caminarían junto a mí, en un pequeño grupo compacto, sin correa. Paseamos por los parques y calles descubriendo lo nuevo que la ciudad ofrece.
Ese día para ellos es un día de gran festejo. Los olores de una ciudad, su ruido, su movimiento y diversidad despierta la vida que hay en ellos.
Para cualquier perro de ciudad, el día de salida al campo es un día de fiesta. Para mis perros el día de ciudad es el día envidiado y esperado. Por ese motivo la visitamos con frecuencia.
Mis malteses y yo esperamos hayan disfrutado de nuestro diario.